Como una novela, Daniel Pennac (I)

La obra que hoy presento gozará, tal y como observamos en el título que enmarca esta entrada, de futuras reapariciones en este blog. No obstante, sin tan siquiera haber sobrepasado el ecuador de este original ensayo de Daniel Pennac (1944), no tengo reparo en enmarcar ya esta como una de las lecturas más edificantes de mi, aun breve, experiencia textual. Como una novela no está resultando, en mi caso, sino una píldora necesariamente reconciliadora para aquellos (neo)adultos que añoramos épocas pasadas de mayor intensidad lectora, así como también se plantea de recomendable prescripción para todo interesado en la práctica y difusión de esta noble forma de acceso al conocimiento o al placer; y, sobre todo, a ambas.

Como carta de presentación, os invito a leer las primeras líneas de un ensayo que poco tiene que ver con lo que entendemos por tal ilustre y elitista género que rara vez posee populares índices de recepción. A Pennac, por el contrario, puede leerlo prácticamente todo el mundo; mas solo el que quiera, claro. Respetemos los derechos del lector. Y, precisamente por ello, invitemos a todo curioso que visite este blog a acercarse al comienzo de esta rica obra.

I. Nacimiento del alquimista

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“El verbo leer no soporta el imperativo. Aversión que comparte con otros verbos: el verbo “amar”…, el verbo “soñar”…

Claro que siempre se puede intentar. Adelante: “¡Ámame!” “¡Sueña!” “¡Lee!” “¡Lee! ¡Pero lee de una vez, te ordeno que leas, caramba!”

–¡Sube a tu cuarto y lee!

¿Resultado?

Ninguno.

Se ha dormido sobre el libro. La ventana, de repente, se le ha antojado inmensamente abierta sobre algo deseable. Y es por ahí por donde ha huido para escapar del libro. Pero es un sueño vigilante: el libro sigue abierto delante de él. Por poco que abramos la puerta de su habitación le encontraremos sentado ante su mesa, formalmente ocupado en leer. Aunque hayamos subido a hurtadillas, desde la superficie de su sueño nos habrá oído llegar.

–¿Qué, te gusta?

No nos dirá que no, sería un delito de lesa majestad. El libro es sagrado, ¿cómo es posible que a uno no le guste leer? No, nos dirá que las descripciones son demasiado largas.

Tranquilizados, volveremos a la tele. Es posible incluso que esta reflexión suscite algún debate colectivo…

–Las descripciones le parecen demasiado largas. Hay que entenderlo, desde luego estamos en el siglo de lo audiovisual, los novelistas del XIX tenían que describirlo todo…

–¡Eso no es motivo para dejarle saltarse la mitad de las páginas!

No nos cansemos, ha vuelto a dormirse.

Acerca de framosagudo

Docente y discente interesado en la investigación y didáctica de la lengua y la literatura. Más en: http://www.linkedin.com/pub/francisco-ramos-agudo/6b/192/b63
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Una respuesta a Como una novela, Daniel Pennac (I)

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