Las buenas intenciones, Max Aub

Hace unos meses iniciábamos la entrada diaria en este blog con… 

El paso del tiempo ayuda a comprender lo que en su momento parece inconcebible. 

 

Por entonces, para hablar sobre los Crímenes ejemplares (1957) del genial Max Aub. Hoy rescatamos al autor para conmemorar las dispares situaciones de reunión y reencuentro familiar que se prodigan comenzadas las vacaciones estivales; esta vez, con Las buenas intenciones (1954).

La novela está ambientada entre 1924 y 1939, es un retrato del Madrid popular bajo la mirada del protagonista, Agustín Alfaro, descendiente de una familia segoviana. Además de ser un recorrido por las gentes de la capital española, la novela nos pasea por Zaragoza y Barcelona a través de un realismo sin adornos. Con un particular sentido del humor, Max Aub se muestra firme ante una burguesía timorata que, según el autor, era la culpable de los males que padecía España a comienzos del siglo XX.

El propio Aub define esta obra como “pastiche galdosiano”, imponiendo así unas reglas de juego (que siempre tienen algo de limitación) y procura aplicarlas a construcción de la novela. Y la cosa anda bien porque a la historia narrada le conviene ese tono: españolitos cargados de esplín y de queridas, que beben horchata en cafetines y tertulias mientras añaden capa tras capa a la mentira de su vida. Entonces llega una guerra que ha de trastocarlo todo. La idea inicial es buenísima, esas buenas intenciones del protagonista Agustín, ese “afecto pernicioso” que suele cimentar las peores mentiras: su padre de se hizo pasar por él para correr una aventura, que resultó en un hijo natural. 

La brevedad de la novela la convierte prácticamente en un opúsculo, no así la grandeza de su composición, que la convierten en uno de los referentes de la novela del exilio. Muy recomendable como lectura veraniega. Imagen

 

Disfruten de las vacaciones, y de la familia, no hacerlo sería, tal vez… un crimen. =) 

 

Lo maté porque me dolía la cabeza. Y él venga hablar, sin parar, sin descanso, de cosas que me tenían completamente sin cuidado. La verdad, aunque me hubiesen importado. Antes, miré mi reloj seis veces descaradamente: no hizo caso. Creo que es una atenuante muy de tenerse en cuenta.

Crímenes ejemplares (1957)

Max Aub.

Acerca de framosagudo

Docente y discente interesado en la investigación y didáctica de la lengua y la literatura. Más en: http://www.linkedin.com/pub/francisco-ramos-agudo/6b/192/b63
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